Crecer con enfermedades oculares no tratadas puede afectar de diversas maneras a la calidad de vida, desde el desempeño escolar, generar dolores de cabeza y ser motivo de múltiples afecciones que podrían manifestarse en la adultez. Un problema visual no detectado podría derivar en dificultades para el aprendizaje, falta de atención e incluso en el desarrollo de las capacidades sociales. Por lo tanto, es de suma importancia velar por el desarrollo de la visión desde la infancia.
Los padres deben tener en cuenta las necesidades de los más pequeños a nivel oftalmológico, la primera revisión es de mucha importancia, pero… ¿Cuándo hay que llevarlos a consultar con un profesional? la edad ideal para llevar al niño al oftalmólogo es a partir de los 5 o 6 años. Ya que en esos años el ojo empieza a adquirir su madurez y el niño puede llegar a identificar movimientos, leer y facilitar la interpretación de ciertos objetos proyectados. Luego de esta primera valoración se recomienda que el profesional realice un control anual de la visión del niño.
Hay una serie de casos en los que es conveniente llevar al niño al oftalmólogo antes de los 5 años de edad. Por ejemplo, cuando existen antecedentes familiares de ametropías (miopía, hipermetropía y astigmatismo) o bien de estrabismo se debe examinar al menor lo antes posible. También, antecedentes familiares de cataratas o glaucomas en la infancia, los hijos deben ser evaluados apenas nacen, porque mientras antes se realice el diagnóstico de estas patologías mejor, dado que el tratamiento generalmente quirúrgico, es más efectivo.
Otro grupo que hay que evaluar desde los primeros días de vida son los niños que han nacido prematuros, ya que pueden presentar una enfermedad retinal conocida como retinopatía del prematuro, la que si no es tratada puede llevar a la pérdida completa de la visión.
Algunos síntomas que pueden ser una señal de alerta para que los padres realicen una consulta con un oftalmólogo antes de tiempo son: lagrimeo continuo en alguno de los ojos o en ambos, legañas frecuentes al levantarse, caída de los parpados superiores, movimientos involuntarios de vaivén, la pupila debe ser negra si es blanca o no es redonda se debe acudir inmediatamente al oftalmólogo. Además, los padres deben fijarse si el niño se frota los ojos más de lo habitual.
La agudeza visual se debe examinar tan pronto como el niño tenga la edad suficiente para cooperar con un examen de la vista usando una tabla oftalmológica. La exploración por medio de fotos es otra manera de verificar la agudeza visual en los niños pequeños y no requiere un alto nivel de cooperación por parte del paciente. Cualquiera de los dos métodos de prueba determinará si el niño puede enfocar normalmente a distancias largas, medias y cortas. Muchos niños son algo hipermétropes, pero también pueden ver claramente a otras distancias.
Si en el examen se sospecha que los ojos están mal alineados (estrabismo) o que presentan condiciones como “ojo perezoso” (ambliopía), errores refractivos (miopía, hipermetropía, astigmatismo) u otro problema de enfoque, el niño debe someterse a un examen de la vista exhaustivo. Es importante comenzar el tratamiento lo antes posible para garantizar una corrección exitosa de la visión y que se puedan obtener beneficios para toda la vida.