El término uveítis se emplea para designar la inflamación de la úvea, que es la capa media de las que forman el globo ocular (formada por el iris, el cuerpo ciliar y la coroides). La úvea es muy importante porque está formada por una gran variedad de vasos sanguíneos que llevan la sangre hacia dentro y fuera del ojo, por tanto, cualquier inflamación en la misma puede provocar daños en la visión.
La uveítis es una patología ocular que suele estar relacionada con otras enfermedades o afecciones sistemáticas que afecta a nuestro cuerpo como: enfermedades reumáticas: artritis, enfermedad de Behcet o sarcoidosis, enfermedades infecciosas: turbeculosis, sífilis, toxoplasmosis, el virus del herpes Zóster, etc, espondilitis anquilosante por el virus del VIH, enfermedad de Kawasaki (afecta a las arterias coronarias y se da sobre todo en menores de cinco años), psoriasis.
Existen 3 tipos de uveítis. Se distinguen según el área de la úvea que esté comprometida.
Uveítis anterior o iridociclitis: es el tipo más común de uveítis. Se presenta de forma repentina y asociada a enfermedades autoinmunes en pacientes sanos y jóvenes generalmente. Puede ser unilateral (solo un ojo), y sus síntomas pueden durar hasta dos meses. Este tipo de uveítis anterior puede ser crónico o recurrente. Generalmente el pronóstico del tipo de uveítis anterior es bueno y los pacientes suelen recuperarse sin problemas.
Uveítis intermedia o parsplanitis: surge cuando la úvea está inflamada en el centro del ojo, entre el iris y la coroides. Pueden durar desde un par de semanas hasta años. Es más habitual en hombres jóvenes y no se asocia a ninguna enfermedad aunque existe alguna relación con la enfermedad de Crohn y la esclerosis múltiple.
Uveítis posterior o coroiditis: este tipo de uveítis se desarrolla muy lentamente y puede durar varios años ya que afecta a toda la parte posterior del ojo. Si la afección llega a la retina esta uveítis se llama coriorretinitis. Además, puede asociarse a este tipo de uveítis cierta turbidez del humor vítreo.
La afección puede estar relacionada con alguna infección sistemática o enfermedades de tipo inmune. El ojo no suele estar enrojecido y el paciente nota visión borrosa y moscas volantes por la turbidez del humor vítreo. Si el foco de la inflamación afecta a la mácula también puede existir una pérdida importante de la visión.
Para la uveítis anterior, los síntomas son principalmente: Dolor: es la manifestación dominante. Es de carácter agudo y neurálgico ocular que se agrava con la exposición a la luz y la palpación. Puede asociarse también al lagrimeo. Disminución de la visión: aparece desde los primeros momentos y se debe la exudación corneal, turbidez del acuoso y membrana pupilar o ciclítica.
Para la uveítis posterior, principalmente son: No hay signos de dolor, por lo que suele pasar desapercibido para el paciente a menos que esté afectado el polo posterior en la zona de la región macular o que el cuadro tengan una gran intensidad.Escotoma (zona de ceguera o punto negro): es la principal manifestación debido a la afectación de la retina subyacente con destrucción de fotoreceptores cuya nutrición depende de los vasos coroideos.
Turbidez de la visión por opacidad difusa del vítreo que puede acompañarse de miodesopsias debido a un desprendimiento de vítreo.
Metamorfopsia (visión distorsionada): cuando la región macular está parcialmente afectada.
El tratamiento de uveítis comienza con el uso de corticosteroides como agentes de primera línea. Dependiendo de la gravedad y del tipo de la afección ocular puede administrarse por vía tópica, periocular, intraocular o sistémica. A pesar de los conocidos efectos secundarios siguen siendo la piedra angular del tratamiento. La cirugía se utiliza para tratar las complicaciones asociadas a la uveítis, como el glaucoma, cataratas, opacidad vítrea, edema macular y desprendimiento de retina.