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La Carnosidad en el ojo también llamado Pterigión, es un crecimiento de la capa superficial (conjuntiva) del ojo que se extiende hacia la cornea (parte central del ojo), este crecimiento está formado por cicatriz, vasos anormales y alteraciones en el colágeno de la conjuntiva.

Se producen cambios a nivel microscópico en la colágena produciendo un crecimiento descontrolado de cicatriz y vasos, ocasionado por factores irritantes principalmente los rayos ultravioleta del sol, procesos de alergia, irritantes químicos o ambientales, inflamaciones crónicas, o infecciones repetidas. También existen factores familiares predisponentes y herencia.

El Pterigión puede clasificarse según su tamaño: Pequeños (apenas visibles); Medianos (suelan dar síntomas, son visibles por el paciente y familiares y pueden afectar la visión); Grandes (afectan la visión).

Aunque se desconoce exactamente porque se desarrolla, se considera como factores de riesgo los siguientes: exposición excesiva a la luz del sol, realizar trabajos al aire libre, exposición excesiva a condiciones ambientales irritantes como el polvo, la suciedad, el calor, el aire, la sequedad y el humo, exposición excesiva a alérgenos como los solventes y químicos industriales.

El primer síntoma es el estético, ya que la persona que lo padece nota que la cornea, el cristal del ojo, pierde el aspecto circular habitual en su zona nasal, observando la aparición de un tejido blancuzco, más o menos enrojecido, que mancha la imagen del iris, el color del ojo, que es lo que se observa a través de la cornea trasparente.

Cuando solo se observa un pequeño bulto de forma redondeada o triangular , de color blanco-amarillento en el sector conjuntival indicado, sin que aún haya invadido la cornea se le conoce como pinguécula. La mejor forma de intentar prevenir un Pterigión es evitando los factores de riesgo antes mencionados. De esa forma el uso de gafas de sol, el evitar el viento en los ojos, el humedecer los ojos habitualmente, son más recomendados cuando se observa los primeros indicios de un Pterigión.

En un primer momento, cuando empieza a aparecer, su tratamiento es preventivo, con las medidas indicadas anteriormente y sintomático cuando se asocian signos puntuales de inflamación. Se recomienda la realización de fotografías del ojo afecto, para su posterior comparación y poder de esa forma observar la tendencia, generalmente lenta, a crecer hacia el centro de la cornea.

No existe tratamiento médico, siendo su único tratamiento el quirúrgico, que consiste en la extirpación del tejido anómalo sobre la cornea. En casos de tamaño muy reducido puede ser suficiente, pero en la mayoría de los casos, se requiere extirpar también la zona de conjuntiva adyacente para evitar que vuelva a reproducirse. Actualmente, sobre todo en pacientes jóvenes, se añade una autoplastia conjuntival que consiste en quitar una zona de la conjuntiva superior de forma rectangular y su colocación en la zona de conjuntiva que se ha quitado en la zona nasal; de esta forma se reduce mucho la posibilidad de que se reproduzca el Pterigión.

La cirugía se aconseja llevarla a cabo cuando se aprecia tendencia a crecer sobre la cornea evitando que pueda alcanzar el centro de la misma y afectar seriamente a la visión; se realiza con anestesia tópica y local mediante infiltración subconjuntival y la fijación de la autoplastia conjuntival puede hacerse con sutura convencional o mediante el uso de adhesivos tisulares.

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